Esteban Cortijo Parralejo
Entrevista con el mejor ocultista español del siglo
XX especialmente impresa para los alumnos del curso “Regeneracionismo: Una
aproximación a la crisis de fin de siglo(1898-1905)”
Tanto las respuestas como, con frecuencia las
preguntas, las recoge textualmente Esteban Cortijo de distintas obras del
teósofo Mario Roso de Luna (1872-1931)
P. Hemos hablado ya del papel que para usted tienen
leyendas, restos arqueológicos y otros "fósiles" como fuentes que no
son tenidas en cuenta por historiadores más convencionales. ¿Qué verdades
encuentra en todo esto más allá de su sentido localista y folklórico?
R. - Hay tres grandes arquetipos que yo considero
verdades históricas: El éxodo de Io, la catástrofe atlante y el origen de todos
los pueblos ario-caldeos, indoeuropeos y caldeo-parsis. (1929b, p. 406).
P. Le dirían que estas cuestiones no van más allá
del mito.
R. - Todo mito antiguo o moderno tiene un núcleo
fundamental que es siempre absolutamente histórico. (1917 a, p.361, nota).
Además, quien duda del hecho de que una serie de recuerdos y nostalgias,
refrescadas al calor del hogar, de padres a hijos, son el alma de la tradición
y una de las fuentes, por ende, de la Historia. (El Globo, 1-20-1905)
P. En varias lugares de su obra se refiere a las
instructivas lecturas infantiles de El Quijote, ¿qué ve usted en la obra cumbre
de la literatura castellana?
R. - Varias veces leyendo las páginas más hermosas
del Quijote hube de pensar que sus inspiraciones felicísimas debieron tener un
abolengo, una base de lectura, que dada la época de Cervantes, debiera hallarse
por un lado en los pliegos de cordel que han alimentado las escasas exigencias
mentales de nuestro vulgo y por otro, en el conocimiento que Cervantes tenía
sin disputa de los clásicos griegos y latinos, gente que, como pagana, había
ido muy lejos en el sondaje de los problemas del espíritu, ya con teogonías
simbólicas como la de Hesíodo, ya con epopeyas como la Ilíada, la Odisea, o la
Eneida, ya con ciencias como las del tronco pitagórico-platónico, ya con arte
como la de Esquilo y Aristófanes, ya en fin, con hombres de tan preclaro
sentido como Plutarco, Séneca y cien otros de la leyenda áurea, todos, todos
definitivamente inspirados por los mitos religiosos, heredados de los arios y
semitas. (REx,10-1-1908, p. 436)
P.¿En su tiempo todavía había pliegos de cordel?
R. - Tuve curiosidad por poseer los pliegos de
cordel más corrientes y hube al fin de poseerlos, gracias a la bondad del Sr.
Hernando, cuya librería me proporcionó su colección completa, eco de otras
publicaciones de siglos anteriores que se había ido refundiendo y reimprimiendo
según las necesidades, pero que conservan el rasgo general que en otras épocas
las caracterizasen. (REx, 10-1-1908, p. 436)
P. ¿Estos pliegos de cordel tienen todos la misma
procedencia?
R. - Los hay de tres clases, a saber: de tradiciones
españolas, los menos; de tradiciones europeo-caballerescas y procedentes de Las
mil y una noches, los más (REx, 10-1-1908, p. 438)
P. ¿De todas las leyendas de este tipo se puede
sacar alguna conclusión de interés?
R. - La persistencia con que, a vueltas de mil
variantes, se vienen a repetir los mismos motivos maravillosos, hace pensar en
algo que aquellas han querido solapar, algo extrañamente profundo y que quizás
pueda resumirse en estos epígrafes: Primero un estado primitivo de inocencia,
pobreza, pequeñez, orfandad o abandono. Un segundo estado pasional, de peligro,
de sufrimiento y de lucha, y, en tercer lugar, un estado final, extraordinario,
felicísimo, corona excelsa de todo triunfador.(REx, 12-1-1908, p. 563)
P. En su libro El velo de Isis se extiende en la
interpretación de las leyendas de Las mil y una noche.
R. - En general, cuantas parábolas o fábulas
contienen todos los libros arcaicos de su índole, tienen un sentido exotérico,
infantil o vulgar, que es el que naturalmente se desprende de su narración -
"la letra que mata"- y otro esotérico, filosóficos y trascendente -
"el espíritu que vivifica". (1923b, p.38)
P.¿Le infunde un gran respeto, por lo que veo, el
mundo que refleja la literatura caballeresca?
R. - Tras el velo mitopeico de los calumniados, por
mal entendidos, libros de caballería, hay algo fundamental. Como que los
trovadores medievales eran los hombres más exquisitos de su tiempo, que no
cantaban a damas de carne, sino a damas-símbolo, de una ciencia-religión
incomprendida; ejemplo: Jorge Manrique. (REx,1908, p. 564)
P. Un paisano y creo que, incluso, pariente suyo, el
novelista Felipe Trigo, tiene mucho éxito. ¿Qué opinión le merece la
literatura, digamos, atrevida?
R. - No soy autoridad en el campo de la novela y
además se trata de un autor con quien me liga parentesco. La crónica negra, la
del crimen del puñal o de la mirada, no debiera hallar puesto ni en la prensa,
ni en el teatro, ni en la novela, porque es ley natural de contagio psicológico
la de que la miseria comentada perpetúa la miseria. (REx, 1906, Enero, p. 46-7)
P. Parece partidario de prohibir esa clase de
literatura ¿no?
R. - Corren gran peligro de perder o pervertir el
sexo los que siempre están pensando en él o hablan constantemente de sus
avasalladores placeres. Por eso la mala literatura llamada pornográfica, va
directamente contra el sexo mismo, bajo pretexto de un arte naturalista, que
nada tiene de arte, ni de verdad, tampoco.(1929 a, p.81-2)
P. ¿De la igualdad hombre- mujer?
R.. Si admitiésemos el cristianísimo aserto de
"La sonata a Kreutzer" de Tolstoy, relativo a que los deberes de
fidelidad son idénticos en la mujer que en el hombre, cambiaríamos por completo
las caducas bases de nuestra sociedad actual. (1929a, p. 82)
P. ¿Y la Astrología?
R. - La naturaleza está constantemente influenciada
por los astros, mejor dicho, es los astros mismos; pero el hombre es el rey de
la naturaleza precisamente cuando conoce y cumple sus leyes, y un obrero o
Cosmocrator de la naturaleza cuando, con su esfuerzo progresivo ayuda a la
evolución de la misma. Tal es, y no otra, la verdadera Astrología. (1929a,
p.109)
P. Pero, ¿estamos afectados directamente por los
planetas?
R. - Nosotros tenemos por un error grosero el pensar
que la posición de un planeta afecte "directamente" a la vida de un
hombre, sino más bien, que astros y hombre se rigen por una ley común que los
liga entre sí en forma apuntada en otro lugar con ideas que aquí nos es
imposible desenvolver (1929a.,108)
P. ¿Lo que entendemos vulgarmente por Astrología
para usted sería una ampliación de la Astronomía?
R. - Si las leyes del universo deben ser aspectos
parciales de una ley única que abarque en sí lo moral y lo físico, si un solo
paso del hombre en la tierra influye infinitesimalmente en la ponderación de
los mundos, yo no puedo desligar al hombre del sistema planetario que le
circunda.
Y si le desligáramos, la biología le
ligaría.(1921c.110)
P. ¿Qué dice de la pasión por la carta astral, el
horóscopo, etc.?
R. - Concédese de nuevo en la actualidad al
horóscopo o "natividad" de las personas un papel preponderante y
fatalista contre el mismo principio fundamental astrológico de que "los
astros inclinan, pero no obligan" (1929a.,108-9)
Desde luego, astros y hombres estamos ligados por el
número que a unos y otros preside. (1929a, p. 109)
P. Usted, pues, no es fatalista.
R. - El hombre, en verdad, es el artífice de su propio
destino y los fatalismos más o menos inexorables que gravitan sobre él, pueden
y deben ser vencidos todos con nuestro heroico esfuerzo.(1929 a.,109)
P. De todas formas reconocerá que hay una
proliferación exagerada de "videntes y astrólogos" de poco pelo en
consonancia con el consumo que de esta clase de servicios lleva a cabo gran
número de personas de todas las clases sociales.
R. - Siempre habrá conexión entre el espiritismo y
los oráculos o adivinaciones, pero tú te refieres a otra cuestión. Caballero he
conocido que no daba un paso sin la previa consulta espiritista-oracular;
magistrado hubo en el mismo Madrid -¡pobres litigantes!- que no daba un paso
sin consultar con su doméstica pitonisa el texto de las sentencias en que había
de ser ponente; y ministro liberal nuestro hubo que provocó a Sagasta una
crisis fulminante y cómica por causa de un oráculo tabular. Más de un convento
conocemos en que los veladores, los mediums y demás elementos oraculares
modernos se emplean sin cesar, como hubo de emplearse algo análogo en cierta
embajada alemana durante la Gran Guerra para informar a los submarinos en su
campaña cruel. (1929a, p.141).
P. ¿Está siempre el hombre volcado a un más allá
imposible?
R. - Todos los seres de aquí abajo suplen su propia
finitud con anhelos de infinito.
P. ¿De qué manera? ¿A qué se debe esto?
R. - A ese infinito nos acerca mucho más la pasión
sexual, que es creadora, que la estéril razón pura, infecunda si el sentimiento
no la vivifica. Es un hecho chocante, por no entrar en otras correlaciones
astronómicas en el resto de la naturaleza, que los habitantes de la Tierra no
hayan sabido separarse, a pesar de la evolución darwiniana, de los períodos
sexuales y vitales típicos que le marcan a su planeta la Luna (el flujo catamenial
femenino), Venus (su año de nueve meses marca el tiempo de gestación humana) o
Júpiter, Saturno, etc. por poner algún ejemplo.
P. No es fácil entender estas cuestiones…
R. - Por mucho que fuere tu benevolencia, amigo, a
mí no me creerás, porque soy español y los españoles, dicen las malas lenguas
que no descubren nada más que las carnes, quizás tras los harapos de nuestra
indigencia. Afortunadamente tenéis a la mano los novísimos estudios cinemáticos
de Poincaré, el Dr. See y Darwin, hijo, para que os enseñen cómo y de qué
manera la Tierra y la Luna, hijas remotas de un mismo núcleo cósmico
hermafrodita, al que acaso aludiese antaño el famoso culto de Venus de
Afrodisia, van a operar a la larga, indefectiblemente, una verdadera copulación
sexual trascendente, generadora de un planeta futuro del tamaño de Júpiter.
(Id. 111)
P. ¿No sería esto cierto antropocentrismo? ¿Lo vemos
todo desde el hombre?
R. - En nuestro cuerpo se dan cita las ciencias
todas, esas mismas que dependen del número. Materialistas o espiritualistas,
partidarios de la escuela de sólo el cuerpo, o de la del dualismo de cuerpo y
espíritu, o del pluridualismo más completo de los varios cuerpos envolventes
más y más sutiles de la Mónada esencial, nos es forzoso admitir que en la realidad-hombre
se impone ante todo la armonía, y que ella, sometida como está a leyes propias,
no ha de discordar con las demás realidades grandes o ínfimas del Universo, en
punto tan esencial como la idea de número y sus aplicaciones matemáticas.
(1921c, p.115)
P. No hay, pues, una sola realidad.
R. - La serie de los universos y de los seres, como
la de los números, es indefinida. (1921a, p.23). Y, como dice Schopenhauer en
El Mundo como voluntad (I,15) y en Parerga y Paralepómenos (Cap.17) "al
avanzar las ciencias naturales en sus investigaciones tropiezan finalmente con
las cualidades ocultas, a cuya categoría pertenecen las fuerzas elementales de
la Naturaleza, cuyo estudio compete a la filosofía más que a la Ciencia"
(1921c, p. 115)
P. Con frecuencia intenta usted aproximar la
doctrina arcaica y las ciencias naturales modernas, ¿Qué nos puede decir de los
llamados espíritus de la naturaleza, seres superiores, etc.?
R. - Los místicos e iluminados de todos los tiempos
han visto, de un modo u otro, a tales entidades, cuyo contacto psíquico
indefinible experimentamos también los hombres menos sensitivos, aunque no lo
seamos, ora en el ambiente repulsivo del lupanar, el hospital, la cárcel o la
taberna, ora en el plácido ambiente del campo en los dulces días del invierno,
en las deliciosas mañanas y tardes de la primavera, en las serenas noches de
luna del verano, cuando lejos del bullicio y la astralidad de la urbe, nos
ponemos en más íntimo contacto con la naturaleza. La "traducción" que
de ello hacemos luego a nuestro lenguaje e idiosincrasias, resulta más o menos
desnaturalizada según la pobreza de nuestras apreciaciones y el peso de
nuestras preocupaciones mismas. (1929a.,93)
P.¿Y usted? ¿Los ha visto?
R. - He visto gentes de éstas en circunstancias bien
tristes para mí y confieso que no me interesan lo más mínimo, como no interesó
a Le Verrier el ver por el anteojo al planeta Neptuno después de haberle
descubierto por el cálculo.
¡Son tan fáciles y de tan poquísimo valor, en mi
opinión, las llamadas clarividencias y clariaudiencias, que jamás he seguido la
senda de los iliminati, llámense ellos Swedenborg en el pasado, o Leadbeater en
nuestros días!
No es que los critiquemos, ¡allá ellos!, sino que
preferimos ver en el mundo mental, con la ciencia y la historia, no en el
astral, donde aquellos pululan. (1929a, 96)
P. Pero, perdone la curiosidad, ¿se les puede ver?
R. - Nada más fácil, en efecto, que el verlos,
llevando una vida pura, sin contacto sexual y absteniéndose de carnes, licores
fermentados o destilados, café, tabaco, etc. Pero su solo contacto puede sernos
muy perjudicial: la locura y el suicidio están muy cerca, sobre todo tratándose
de ondinas y de sílfides. (1929 a.,96)
P. ¿El cristianismo dice algo de estos seres?
R. - Precisamente San Pablo en las citas que hacemos
en el capítulo VII de El libro que mata a la muerte o libro de los jinas, nos
habla de "Príncipes y Potestades del Aire" contra quienes los ya
iniciados tienen que luchar más aún que contra la carne y la sangre.(1929a,
96).
P. ¿Y entre los griegos?
R. - Cabe dar esa interpretación a obras apenas
comprendidas como el poema Las aves de Aristófanes, seres elementales del aire
interpuestos entre nosotros y los dioses.(1929 a, 97).
P. ¿Nos puede dar otras fuentes donde se hable de
estos seres?
R. - Ver el capítulo VII del primer volumen de Isis
sin velo, las hagiologías o vidas de santos antiguas (de las modernas,
expurgadas por el materialismo jesuítico, no hay que hacer caso), y, en
general, en la vida de los grandes hombres como Moisés, Jesús, Wagner, Bécquer
en el misterioso monasterio de Veruela, etc. (1929a, 98?)
P. Podemos decir que a través de los oráculos
clásicos hablaba el diablo o los elementales?
R. - La cosa es complicada de suyo; pero el hecho
histórico indiscutible es éste: en diferentes lugares sagrados del mundo
antiguo había recintos solitarios, en los que una virgen, generalmente sentada
sobre un trípode -el trípode o velador como instrumento de comunicación
hiperfísica del moderno espiritismo- y sometida a la acción hipnótica de
embriagadores vapores sulfúreos terrestres, ya que no a la de sacerdotes,
"ocultos entre cortinas", "caía en trance" y comenzaba a
articular el anhelado mensaje trascendente mediante el heteróclito órgano de su
ombligo. Las tales revelaciones oraculares unas veces eran sabias, grandiosas;
otras, triviales y siempre ambiguas, como sucede hoy, más o menos, con las
"comunicaciones espiritistas" (1929a,178).
P. ¿El estudio de las leyes inexploradas y los
poderes latentes constituye entonces la parte ocultista de la teosofía, el
tercer objetivo de la Sociedad Teosófica?
R. - Ciertamente. La teosofía constituye lo que
pudiéramos llamar ocultismo teórico, exento de todo peligro, pues que tiene su
base en el estudio de la historia y en aquellas disciplinas comparadas.
(1921c.103)
P. ¿Magia?
R. - Las que por magias hoy se tienen no son sino
otras tantas monedas falsas de la única
y falsificada moneda legal de la verdadera magia, ciencia eterna, cuya previa
existencia, a través de las edades, ellas presuponen indefectiblemente con su
falsificación. (1929a, 35)
P. ¿Evolucionismo para usted sería lo mismo que
hermetismo?
R. - No es lo mismo, pero la concepción
evolucionista desde la teosofía se basa en el precepto hermético de que el
mineral evoluciona en vegetal, éste en animal, el animal en hombre, el hombre
en un espíritu y el espíritu en un dios, porque el hombre no es sino gota
desprendida del océano incognoscible.(1921c, 103)
P. ¿Hay alguna ley sobre esto?
R. - Podemos decir que la evolución ascendente de
las formas en el universo está siempre correlacionada o en razón inversa de la
involución de la energía inteligente o logos que anima al cosmos.(1921c, p.103)
P. Sin embargo usted sabe que las personas de
evidente cultura sienten cierta repugnancia por las prácticas ocultistas.
R. - Y es natural que la sientan, puesto que suele
entenderse como ocultismo no aquella teurgia de Jámblico que exige del
ocultista una previa y sobrehumana pureza, sino un cúmulo de prácticas necias,
infantiles cuando no criminales, impulsadas por el egoísmo, que es el padre de
todas las pasiones, en tanto que el verdadero ocultismo sólo puede basarse en
un desenvolvimiento simultáneo de las tres facultades superiores del hombre:
mente, sentimiento y voluntad, empleadas siempre con absolutos móviles
altruistas en pro de la humanidad entera.
P. ¿Por qué, dado su interés para la humanidad, son
precisamente "ocultas"?
R. - El temor al mal empleo de las tremebundas
fuerzas ocultas, de las que nuestra electricidad es mero juguete, es lo que
hizo secretas aquellas enseñanzas iniciáticas.(1921c,103)
P. Seamos más concretos: ¿se ha consagrado usted a
estas prácticas?
R. - No.
P. ¿Por qué?
R. - Porque no me creo bastante puro, ni tengo la
inteligencia suficientemente desarrollada para ello.
P. ¿Cree usted en la pureza de cuantos entre
nosotros los occidentales se dedican al ocultismo práctico?
R. - Entiendo que la casi totalidad son unos
desgraciados, simplemente.
P. Todo esto supone la existencia de ciencias perdidas
que retornan...
R. - Sí, pero las doctrinas de la teosofía o
religión primitiva de la naturaleza no son patrimonio de ningún tiempo ni país,
sino que yacen como adormecidas u ocultas en todas las grandes ideas. (1921c,
p.103)
P. ¿Por qué, entonces, la vuelta a Oriente que
vivimos?
R. - Parece que estas ideas se conervan más puras
entre gentes orientales de gran elevación espiritual e ignoradas para el mundo,
gentes conocidas como Maestros o Mahatmas, literalmente, "grandes
almas", y cuya actuación en los momentos críticos de la vida del mundo es
bien notoria. Las doctrinas orientales satisfacen al espíritu más elevado y
crítico porque son un fruto maduro de pueblos que al llenar su misión histórica
han sido raídos de la faz de la tierra, mientras que la ciencia occidental,
joven y pujante, temeraria y vanidosa, no es hoy más que una florescencia
incipiente que el cierzo helado del escepticismo puede marchitar en
flor.(1921c, p.103-4).
P. ¿Cómo se explica este resurgir del
espiritualismo?
R. - Es cierto que muchos sabios ateos abandonan los
amorosos brazos del materialismo para lanzarse a los de un despreciable teismo.
Como decía H.P.B. los mayores cobardes de nuestros días no deben ser buscados
entre el clero, sino en el gremio de los científicos. (1929a, p.99)
P. Todo esto que usted me dice, don Mario, tiene
poco que ver con lo que se suele oír incluso de fuentes supuestamente cultas
como diccionarios y demás.
R. - La teosofía no es desde luego "un vago
iluminismo" como con ignorancia inexcusable y sectaria pretende el
diccionario de nuestra Academia, ni menos una secta cristiana, gnóstica,
neoplatónica ni oriental, sea brahmánica o budista. [Umbral, p.364]
P. No es de ninguna manera, pues, una secta (es un
tema de gran actualidad)?
R. - Síntesis ella y origen secreto, en efecto, de
todas las religiones, al par que Religión Única de la Ciencia, mal puede con su
tendencia armonizadora y unitaria ser calificada de secta, palabra derivada de
cortar, disociar y separar. Las sectas, en su caso, serían las religiones que
tal dicen, religiones positivas que sueñan con un cielo especial para sus
adeptos, negándosele a los demás, y que dividen a los hombres con sus creencias
respectivas, en lugar de unificarlos en una aspiración suprema de Fraternidad
Universal de la humanidad sin distinción de raza, sexo, credo, casta o color,
como han enseñado todos los instructores religiosos (...).[Umbral, p.364]
P. ¿O sea, que devuelve la pelota, si me permite la
expresión, a las religiones establecidas?
R. - Precisamente este error de las religiones
particularistas es el que más lágrimas ha costado a los pueblos, y a título
falsamente religioso, el judaísmo, el cristianismo y el mahometismo, por
ejemplo, han derramado torrentes de sangre y mantenido a la gran familia humana
en una discordia perpetua, sin que tengamos que recordar a este tenor guerras
como las del imperialismo teocrático mahometano o las de los Treinta y Cien
Años por la implantación de la Reforma protestante; horrores como los de la
Inquisición que, "para salvar las almas" quemaba criminalmente los
cuerpos; ni estrechos dogmas, en fin, que no son sino una maldición echada
sobre una humanidad gregaria, ignorante y cobarde, tales como el absurdo de un
infierno eterno por unas faltas finitas y a veces hasta excusables; un pecado
original heredado, siendo así que en buen Derecho Penal no se heredan las
culpas; un dios colérico y vengativo que se arrepiente de haber creado al
hombre 'a su imagen y semejanza'; unas penas post-mortem que se redimen con
dinero o recomendaciones e influencias, etc.etc. [Umbral, p.364-5]
P. Una de esas cuestiones vitales, sin lugar a duda,
debe ser la de la reencarnación, de la que conocidísimos filósofos han hablado.
¿Qué piensa usted?
R. - Los diferentes personajes de la Historia viven
y mueren como flores de un día. Sus personas o "máscaras" son
distintas, pero están presididas sucesivamente a lo largo de sus respectivas
vidas de aquí abajo por una entidad reencarnante: un pensamiento coordenador.
(1929a, p. 202)
P. Lo lógico sería que tanto se siga después de
morir lo bueno a lo malo como al revés, pero generalmente todos los que hablan
de este asunto se creen Napoleón, Goethe, Paracelso o Prisciliano como usted.
R. - No, vamos a ver. Una cosa es el nombre
simbólico que se adopta al ingresar en la masonería, de forma similar a lo que
hacen aquellos que toman órdenes mayores o menores en la vida religiosa, y otra
muy distinta es el tema de la reencarnación. Y, es cierto, pocos sortean la
inevitable vanidad de creerse la reencarnación nunca de criminales, siempre de
grandes hombres; así, en mi ya larga experiencia de filosofía oriental, he
conocido dos que se creían a sí mismos Cervantes, tres Alcibíades y varios
Dantes y Abelardos, con sus Eloísas, que...¡válgame Dios! (1929a, p. 200)
P. En alguna ocasión, supongo que en clave de humor,
dijo usted que aunque desconocía sus vidas anteriores creía estar seguro de que
no había sido ni obispo ni bailarina. ¿Hay algo más que humor, don Mario?
R. - Para evitar malas comprensiones es por lo que
acabó haciéndose secreta antaño la tradicional verdad de que reencarnamos.
(1929a, p.200)
P. ¿Por qué no me lo cuenta?
R. - De alguna manera siempre se ha distinguido en
el hombre una parte inferior de barro, de pasión, de ideas y sentimientos concretos
y agoístas y otra, superior. La primera nace y muere aquí, con un sexo u otro,
sin reencarnar jamás, por lo que la persona de don Fulano de Tal, como tal
máscara o envoltura de lo superior, ni ha sido nada antes de ahora, ni nada
será después. No hay para ella Alcibíades ni Cervantes ante o post mortem.
La otra parte
superior, la individualidad, preside cada existencia individual reencarnando, o
sea, tomando cuerpo o instrumento sucesivo de carne en diversas personalidades
siempre diferentes unas de otras. (1929a, p.200-1)
P. ¿Un ejemplo?
R. - El jinete que iba reventando sucesivos caballos
en las antiguas sillas de postas era siempre el mismo y recorría así largas
distancias; pero los caballos en que sucesivamente iba montando eran distintos
y no reencarnación o continuación unos de otros. (1929a, p. 201).
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